Benigno Morilla
Enseñanzas del Maestro V. sobre el dominio del pensamiento - Parte II
Actualizado: 12 jun 2022

El Maestro se sentó en el sillón en el que lo hizo en otras ocasiones, frente a las seis personas que conformábamos habitualmente el pequeño grupo de amigos interesados en sus charlas.
Después de una breve conversación ligera, Leo, directamente, le preguntó:
- He oído decir que es más fácil dominar bestias, masas e incluso tormentas que dominar la propia mente. ¿Qué nos puede decir al respecto?
V. cerró unos instantes los ojos y, mirando fijamente a los ojos de Leo, respondió lacónicamente:
- Para dominar la mente es preciso comenzar por comprenderla desde su aspecto más básico.
- Y bien –replicó Leo- ¿cuál es su aspecto más básico?
V. sonrió y afirmó:
- Dense cuenta de algo importante. Para nosotros, las únicas personas que existen realmente –recalcó esta última palabra- en este momento, somos los que estamos presentes. Y todo el mundo existente realmente –volvió a recalcar la palabra- es el salón en el que estamos ahora.
David preguntó entonces:
- ¿Y los miles de millones de personas que pueblan nuestro mundo, acaso no existen realmente?
V. Respondió taxativamente.
- ¿Dónde se encuentra esos millones de personas?
David espetó:
- ¿Qué dónde se encuentran? Pues diseminadas a lo largo del mundo.
Sonriendo, V. preguntó a su vez.
- ¿Cómo lo sabe?
- Lo sé. Es una información obvia.
- No es tan obvio. Sí, usted conoce ese dato pero, en este momento sólo puede dar cuenta de las siete personas que componemos esta tertulia.
- Créame –replicó David- conozco muchas más.
- ¿Y dónde están?
- ¿Qué dónde están? Pues unos en sus casas, otros en las calles, en las carreteras, y así de continuo.
V. respondió:
- Sí y no. Quiero decir que realmente están en su cabeza… quiero decir, en su mente. Usted lo sabe porque tiene memoria y recuerda ahora cada persona que ha conocido. Como se fía de su mente no duda en pensar que todos aquellos que conoce están ahora en algún lugar. Pero son sólo un recuerdo en su mente. Repito, usted confía en su memoria, pero la realidad es que usted, en este momento, se refiere a ellos y conoce su existencia sólo gracias a su memoria, que es una de las funciones de su mente. Si a usted le falla la memoria ¿dónde estarán esas personas?
- Insisto, cada una estará en el lugar que ocupen en este instante- afirmó David
- Insisto yo también –replicó V.- afirma tal cosa porque esas personas están presentes en su mente.
- ¡No! –replicó David visiblemente disconforme-. Esas personas existen por sí mismas, al margen del hecho de que yo las recuerde o no.
- Existirán, en efecto, para sí mismas, pero no para usted- respondió V.
V. sonrió de nuevo y pidiendo calma con un gesto aclaró:
- Vamos a tratar de discernir sobre este punto desde el principio.
- Adelante –replicaron casi al unísono Lola y Leo- deseamos comprender este punto, como lo ha llamado usted.
- Un punto básico –agregó V.- que supone el punto de partida fundamental para comprender la mente. Veamos: todas las personas, lugares y conocimientos que tenemos están representadas en nuestra mente. Por eso damos fe de su existencia, insisto, gracias a la función de la memoria. Lo que no quita, claro está, que esas personas, existan por sí mismas de forma independiente a nuestra forma de representarlas. Quiero llegar a una conclusión: todo lo que hemos conocido a lo largo de la vida ha sido literalmente copiado en nuestras mentes. Podemos hablar ahora de otras personas porque las hemos copiado en nuestra mente, es decir, están representadas en nuestras mentes. Configuran, entonces, nuestro mundo personal.
David intervino:
.....
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CONTINUARÁN
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