top of page

Errores psicológicos en la Astrología

  • Foto del escritor: Benigno Morilla
    Benigno Morilla
  • 25 sept
  • 4 Min. de lectura

ree

La Astrología ha sido considerada desde la antigüedad como un Saber Sagrado. En el Renacimiento tuvo sus luces y sombras. Estas surgieron nada más traspasar el umbral de lo sagrado para abrirle el paso a quien deseara acercase a esta materia sin previa preparación. En este acercamiento espurio se perdieron o mal entendieron los Principios sobre los que sustenta. En este tiempo comenzó un resurgimiento de la Astrología a la par que una degradación.

Dividir los Planetas en buenos y malos fue uno de los errores propios de profanos. Como en los Western, hay Planetas malvados cuya labor es disparar a los buenos. Naturalmente tal concepción procede de culturas maniqueas muy alejadas de los postulados Arcanos.

La Astrología es un espacio neutro sobre el que el intérprete arroja sus condicionamientos culturales. Sí, claro, hay planetas que crean situaciones benévolas y viceversa. Puede darse el caso de que alguno, en un momento dado actúen como los pistoleros, pero eso sólo se podrá saber con el tiempo. Centrados en una trama del presente y sin conocer cómo van a actuar otros Planetas, sí que los hay buenos y malos.

El consultante enseguida pregunta si tiene una “buena o una mala carta”. No hay tal cosa. Aunque, en esa pregunta, se esconde una verdad a medias y, ya se sabe: peor que una mentira es una verdad a medias.

Hemos vistos cientos de Cartas rematadamente malas considerando esta división maniquea, y lo contrario, extremadamente “buenas”.

Cuando una Carta tiene aspecto rematadamente “malos” el nativo se ve forzado a conocerse mejor para explicarse a sí mismo sus calamidades y la lucha por superarlos. Dicen los sabios hindúes que “cuando se da un paso hacia la Divinidad, esta da dos hacia el sujeto que ha dado el primero. La comprensión y, sólo en casos empecinados, la coacción no endereza todo cuanto está torcido o desordenado. La comprensión de los propios errores es la mejor medicina.

¡Cuántas personas hemos visto que tras sufrir una desgracia han despertado a otra dimensión de sí mismos y han superado un obstáculo que en la molicie no se hubiera producido! Quien tiene malos aspectos son curiosamente personas muy destacadas de la sociedad. Los ejemplos son infinitos. Un cuchillo sirve para matar o para realizar una brillante operación quirúrgica. La naturaleza nos muestra una visión global, pero no es más que un espejismo. Una moneda tiene dos caras pero es UNA SOLA MONEDA.

Por el contrario se toma por Cartas buenas aquellas que no van a exigir ningún esfuerzo pues todo les va a llevar con facilidad. Incluso en una Carta “buen” que ha trasportado a la fama fácilmente a un a persona una muerte temprana como tanto ocurre entre jóvenes prematuramente famosos y millonarios que pierden la vida en un deportivo por creerse inmortales y recordándonos el mito de Ícaro.

Con la buena y la mala suerte sucede otro tanto. Aquí conviene recordar un viejo cuento que muchos conocerán pero que será de gran utilidad para los más bisoños.


* * *


Un campesino vivía con su hijo en una granja. Un día los adelantados del ejército, viendo que poseía un caballo, llamaron al joven a filas y el campesino quedó solo. Un vecino le comentó: “Qué mala suerte has tenido, la milicia se ha llevado tu único hijo. El campesino, mirando las nubes pasajeras, contestó: ¿”Mala suerte? Puede que sí, puede que no”.

A los pocos días el joven regresaba con una pierna rota consecuencia de una caída del caballo quedando inmovilizado para ir al frente. El vecino se acercó y le comentó la campesino: “¡Que buena suerte has tenido, la caída de tu hijo le impedirá entrar en batalla, por lo que no morirá en la contienda.”

La mala suerte, sin embargo, parecía haberse cebado con el caballo que, por causa de la caída, se asustó y emprendió una estampida hacia un monte cercano. El vecino, puesto al corriente, le dijo al campesino: “Qué mala suerte has tenido con la pérdida del caballo y los dineros que producía”. Contestó el campesino: “Puede que sí, puede que no”.

Para sorpresa, a la mañana siguiente, pudieron ver una recua de caballos en el interior del cercado que guardaba al primer caballo. Este, había emprendido el camino de regreso con acierto atrayendo tras de sí a una decena de jacos. El campesino, raudo, cerró la puerta de la cerca, ahora con una nutrida recua capaz de multiplicar las labores. El vecino volvió a acercarse y con cara feliz exclamó: “¡Que suerte tienes, ahora posees una recua por los que en el mercado pueden darte mucho dinero”.

El campesino, mirando pasar las nubes velozmente, respondió lacónico: “¿Suerte? Puede que sí, puede que no…”

Este cuento sencillo debemos aplicarlo en la mayoría de los descalabros que sufrimos en la vida.

Francamente: ¿Podemos asegurar que hay Cartas Astrales buenas o malas teniendo en cuenta la moraleja de este cuento, o más bien que sus poseedores, saben que las dos caras pertenecen a una sola moneda? Un lado dice: “Puede que sí, y el reverso: puede que no”.

Afirmaba un discípulo de Séneca: “Que no es esto mala suerte, sino que llevarlo con clase es buena fortuna.”

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page