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  • Foto del escritorBenigno Morilla

Maestro V - Las representaciones mentales y el mundo


¿Qué son las representaciones internas? Preguntaron al Maestro.

-Cada persona representa el mundo en el interior de su mente. El mundo objetivo está condicionado por las representaciones subjetivas de cada persona. El lenguaje, además, etiqueta las representaciones y contiene errores a la hora de pensar. Los significados que cada persona confiere a cada parte de “el mundo” convierte al mundo de cada persona en un mundo subjetivo que habla más de la realidad de cada individuo que del mundo “per se”. ¿Puede el mundo tener un significado objetivo al margen de una persona que lo perciba? Tal vez el mundo objetivo sin un observador sea tan sólo… como Es.

El Maestro sonrió, hizo una breve pausa y continuó:- lo que sabemos es que no podemos hablar del mundo sin que alguien lo observe. Las creencias tanto personales como culturales son filtros que condicionan la supuesta realidad de un mundo percibido por la persona que cree que el mundo, tal y como él lo tiene representado desde sus creencias, es la realidad única del mundo (lo que denominamos dogmatismo ingenuo). Significados personales y emociones asociadas a cada pensamiento. Pura ficción personal.

El Maestro V. bebió lentamente un vaso de agua, miró a cada uno de sus contertulios, chasqueó los dedos y prosiguió: -las creencias interpretan el mundo y dominan el pensamiento convirtiéndolo en automático. Cuando el pensamiento se mecaniza parece independiente de nuestra voluntad y, por tanto, en situaciones difíciles, cuando queremos controlar nuestros pensamientos, estos parecen generarse de un modo independiente a nuestros deseos y voluntad. Entonces, ¿qué hacer en ese caso? ¿cómo dominar nuestros pensamientos?

Hizo la pregunta y la sostuvo en el aire, comoquiera que nadie se atreviera a responder, tomó de nuevo la iniciativa: -Primer paso; ser consciente de que nos hemos automatizado desde la identificación completa con nuestro sistema representativo basado en nuestras creencias que tomamos por indiscutibles. Es necesario advertir, entonces, de que, en realidad, nuestras creencias (incluidas las nociones sobre nosotros y nuestras capacidades), son nuestra verdadera cárcel. En ese caso el mundo al que hemos dotado de una realidad condicionada por nuestros significados parece volverse contra nosotros.

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