Filosofía Estoica por Benigno Morilla
La filosofía estoica, generalmente mal comprendida debido a su catalogación dentro de las enseñanzas prácticas parece erróneamente accesible. Los amantes de lo fácil buscan como hacerse estoico consumiendo frases/píldoras como si se tratara de benzodiazepinas ingeridas con el fin de relajarse antes de entrar en el mundo de los sueños. La adicción a las frases/píldoras viene de lejos. Epicteto, cuando las oía pronunciadas en boca de algún discípulo desnortado espetaba: ¡Sed estoicos, no repitáis frasecitas estoicas! Frasecita a frasecita se ha llegado a crear un pseudo estoicismo que, más que filosofía, se parece a las instrucciones de las “abuelas” consejeras.
La pésima comprensión que genera la minimización de esta enseñanza expuesta con frases aislada del contexto general da cuenta de la frivolidad de quien las pronuncia.
En este escenario, planteo un curso explicando la razón de su falta de calado a día de hoy. Los individuos no podemos edificarnos sin hacer un largo recorrido desde los principios de una enseñanza. El curso no pretende que los asistentes hagan este largo recorrido. Sí de que, por lo menos, se hagan cargo de la base y del fondo de esta filosofía.
El paso de la filosofía clásica desde la Tradición Sagrada al cristianismo no fue muy elegante. Pongamos un ejemplo: San Agustín tomó parte de sus argumentaciones sobre “Teología natural” de las obras de Marcus Terentius Varrón, un Caballero romano lugarteniente de Pompeyo. Fue también un reputado escritor y filósofo nacido dos siglos a- C. Seis siglos después, nacería San Agustín, obteniendo gran aceptación por su genial aportación Teología natural.
Los “préstamos” de los autores clásicos fueron abundantes por decirlo suavemente. Bien camuflados entre la hojarasca enrevesada de algunos tratados escolásticos. Los traductores colaboraron con estos “préstamos” gracias a sus plumas diestras en retorcimientos capaces de desfigurar la etimología de los términos. Con este procedimiento daban un giro teológico en dirección a la causa cristiana.
La nueva religión tenía que distinguirse dando un vuelco lingüístico. Empaparon la retórica teológica de términos propios de la filosofía cambiando su significando. Otro tanto hicieron con la Sabiduría Antigua dispersa en el mundo pagano. Recordemos que “paganos” eran los habitantes de los pagos o aldeas romanas. Personas rebeldes a la hora de aceptar una religión ajena a la que habían rendido culto durante siglos. El hecho de ser aldeanos sirvió a los Teólogos para situarse con inusitado orgullo espiritual para quedar por encima de los paganos, rústicos irredentos que no podrían gozar de la Vida Eterna prometida por el Nuevo Mesías.
La jugada fue redonda. Se respetaba aparentemente la filosofía clásica. Ahora bien, a la vez, aniquilaban los significados centrales subyacentes en el cuerpo completo de sus enseñanzas.
La Teólogos deseaban dar comienzo a una nueva religión integrando en ella, subrepticiamente, un compendio de todos los conocimientos religiosos conocidos hasta la fecha, concediendo al sincretismo resultante un carácter de primicia universal. Así, lejos de ser el estoicismo una filosofía de resistencia, sino un camino más de liberación espiritual, se convirtió en un pseudo conocimiento despojado de su esencia. A pesar de esta justificación, todavía se habla de paralelismos entre el cristianismo y el estoicismo. También entre Séneca y Jesús. Sabemos por qué. El trueque tenía sus límites.
Por ejemplo, el significado del término “ataraxia”, dentro del contexto fundamental del estoicismo, equivale con exactitud al búdico vocablo denominado Upeksha. Este término explica cómo, tras un proceso de purificación de la mente en sintonía con el Logos o Razón Universal, se obtiene la ecuanimidad respecto a las desdichas de la existencia. El estoico que ha realizado Upeshka es capaz de mantenerse imperturbable aceptando los designios de la Ley Natural. Sin embargo, quedó equiparada la ataraxia estoica con la capacidad de resistencia sufriendo y/o aguantando callado los embates de la vida. Astuta confusión. Se equipará el vocablo “ataraxia” con el de “resistencia”. Así, ataraxia implica frialdad, insensibilidad o impavidez ante hechos nefastos. Una postura inhumana impropia de un cristiano que elige el martirio como prueba de su fe hacia una divinidad que se alegra por esta forma de adhesión.
Como vemos, existe una gran diferencia entre resistencia y ataraxia. La resistencia consiste en adoptar un aguante doloroso sin opción alguna, excepto la de asirse a la resignación. No negamos su valor frente a determinadas condiciones calamitosas como lo es una guerra o una grave enfermedad. Pero la resistencia termina minando a quien se ve obligado a refugiarse en ella.
La ataraxia implica una disociación de la mente con los objetos de conocimiento, sean físicos o mentales. En este caso, quien la logre no sufrirá tanto, ya que deja la ataraxia deja al descubierto otra realidad de orden trascendente; vivirá inmerso en un estado de conciencia que le permitirá participar, en lo profundo, de otro mundo.
La resistencia y la ataraxia no son lo mismo, aunque sean concomitantes.
En este curso explicaremos las raíces del estoicismo. Enderezaremos significados acudiendo a sus correctas etimologías- Sólo así daremos un sentido más amplio a esta poderosa enseñanza.
Retomando sus Principios podremos poner en su justo valor al estoicismo y su permanente valor práctico.
Consta de cuatro clases básicas sin poner el acento en lo académico y dejando espacio a su exposición hecha de modo espontáneo sin dejar de lado el rigor didáctico.
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Tema 1: Proveniencia e Historia del estoicismo.
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Tema 2: Principios y significados del estoicismo.
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Tema 3: Estoicismo romano: Epicteto, Marco Aurelio, Séneca, etc.
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Tema 4: Recapitulación, bibliografía, leyes de la naturaleza versus sociedades tecnológicas y antropocentrismo.
La fecha se fijará en esta página con tiempo.
Las dudas serán aclaradas a quien acuda a “CONTACTO” aportando los datos mínimos exigidos.