¿Cuál es la premisa más básica sobre la que debe sustentarse la comunicación eficaz entre adultos?
Es tan sencillo que basta pensar un poco para dar con la clave.
No somos iguales por más que quieran manipularnos ni tengamos las mismas edades entre nosotros.
Por tanto: un “Padre” no puede dirigirse del mismo modo a un hijo, que a un adulto o una persona experimentada.
Si el “Padre”, en vez de enseñar a su hijo con lógica y le grita, se está equivocando…
Un “Adulto” tampoco acierta cuando se dirige a otro “adulto” haciéndole razonar y no imponiendo sus ideas hablando atronadoramente y sacando pecho de forma intimidatoria.
Tampoco acertará si al “adulto” lo trata como a un niño y le impone sus criterios que acepta dócilmente.
A partir de estas ideas, tréncelas y verá lo que es una comunicación ineficaz aunque parezca que el que ejerce de “PADRE” siempre sale ganando y es tomado como ejemplo de ganador en cualquiera de los casos.
También fracasa el niño que se impone al “PADRE” con triquiñuelas para callar al “Padre” como, por ejemplo, poniéndose a llorar a gritos con el fin de que le compren algo que en ese momento desea para que le hagan caso a él y que los adultos callen.
También fracasará si uno de los “adultos” acapara la atención mostrándose como un niño merecedor/a de un capricho que acaba con la conversación ajena que tanto le molesta.
Lo importante, entonces, es, en toda ocasión, dirigirse “En adulto a adulto”. ¿Y cómo hacerlo con un niño, dirá? Desde luego poniéndose a su altura psicológica, pero siempre haciéndole razonar cabalmente, de forma condescendiente que significa (descender con). ¿No nos ponemos de rodillas para hablar con un niño de manera que nuestras cabezas coincidan a la misma altura y por lo tanto no haya un “ganador genético”?
Lo mismo sucede con el caprichoso/a.
Intentar una conversación donde el más despierto y culto enseña, sin que su interlocutor se dé cuenta, que no se está comportando de la forma “adulta” que de él se espera teniendo en cuenta su edad.
Por tanto tenemos:
Comunicación de “Padre a Padre”: cada una de las partes se quiere imponer a la otra sin interesarle aprender algo que le quiera sugerir la otra parte. Fracaso.
Comunicación de “Padre a Hijo y viceversa”. Siempre uno de ellos quiere salir vencedor. Fracaso.
Comunicación entre “Padre y Adulto” cuando él se comporta como un niño. Fracaso.
Uno de los éxitos en la comunicación se logra cuando ambas partes se ponen a nivel de “ADULTO” dependiendo de la edad.
Estas ideas básicas son extrapolables a otros rangos de edad y conocimiento.
El éxito en la comunicación consiste en tratar de llegar siempre a un nivel (con todas las diferencias) de “Padre a Padre”.
Este conocimiento técnico y muy práctico se lo debemos a Eric Berne y cuando se refiere a "Padre/Madre/hijo” es para concederle un significado arquetípico ajeno a los lazos parentales.
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